(Riveros en 1931 / Foto de Sacha Masour. Archivo de Gastón Dubournais Riveros).
Enrique Riveros Fernández (1906-1954), fue el hijo primogénito del destacado empresario chileno Enrique Riveros Cruz y de la señora Hortensia Fernández Prado. Siendo adolescente viajó a Paris en 1922, para estudiar agronomía, pero prontamente y en contra de la voluntad familiar, se hizo parte del mundo artístico y cinematográfico de las vanguardias históricas que dominaban la escena europea y parisina; es así que Picasso, Man Ray, Gertrude Stein, Coco Chanel, Buñuel, Lee Miller, los Vizcondes de Noailles, entre otros, conformaron el círculo social en que se desenvolvió por diez años y en el que desarrolló su prodigiosa carrera actoral.
Enrique Riveros trabajó en Europa como actor protagónico en más de quince películas, entre las que se destacan “Spökbaronen” dirigida por Gustaf Edgren (1927), “Majestät schneidet Bubiköpfe” dirigida por Ragnar Hyltén-Cavallius (1928), "Le tournoi dans la cité" (1928) y "Le bled" (1929), bajo la dirección de Jean Renoir, obteniendo por esta última película la condecoración del Gobierno Francés de la época. Inmediatamente comienza a filmar "La Sangre de un Poeta" de Cocteau. En la siguiente década destacan sus trabajos en las películas de Alberto Cavalcanti, "Dans une île perdue" (1931), "À mi-chemin du ciel" (1931); "La bodega" (1930) de Benito Perojo, junto a la famosa actriz y cantante Concha Piquer como co-protagonista y "Nicole et sa vertu" (1932) de René Hervil, entre otras. Antes del estallido de la II Guerra Mundial, Enrique Riveros volvió a Chile, donde trabajó en un par de proyectos cinematográficos y protagonizó el film “El hombre que se llevaron” (1946) de Jorge “Coke” Délano. Con el papel del reo Alberto obtiene el premio como Mejor Actor Cinematográfico Nacional. Riveros muere en 1954, dejando un legado prácticamente olvidado.
(Riveros en 1928 / Archivo de Gastón Dubournais Riveros)
Su fama y éxito fueron tan brillantes en su momento, que figuraba continuamente en las portadas de revistas cinematográficas europeas, siendo un galán comparable con Rodolfo Valentino. A tal punto trascendió su fama que, en 1927, el diario “El Mercurio” envía especialmente a un corresponsal a entrevistar a Riveros a Paris.
“Y 1927 ha traído una sorpresa a los parisienses acostumbrados a ver siempre alzarse artistas europeos. Este año ha sido un sudamericano, y algo aun más exótico: un chileno, Enrique Riveros, el que impone su nombre en las pantallas, carteles y revistas de cine de Paris. Sus películas le muestran como un actor dotado de todas las facultades que exige el cinematógrafo: plena juventud que recién llega a los 20 años de edad, un esbelto cuerpo de atleta, un físico atrayente, y un fuerte y bien dotado temperamento artístico”
(Renato Valenzuela desde Paris, para El Mercurio, marzo de 1927).
(Riveros en 1931 / Foto de Sacha Masour. Archivo de Gastón Dubournais Riveros)